LA BAILARINA

LA BAILARINA

La Bailarina

Valladolid, 2020

Este mural fue concebido como una pieza de diálogo, de memoria y de identidad de barrio. Ubicado en el entorno del barrio de San Pedro Regalado (Valladolid), «La Bailarina» surge como una respuesta artística al contexto urbano, y especialmente a la presencia cercana de la escultura del célebre bailarín Vicente Escudero.

La idea fue clara desde el principio: crear una pareja de baile para el bailarín. A través de la figura de esta bailarina, representada de espaldas y con una gran composición simbólica sobre su cuerpo, se construye una narrativa visual que celebra la vida cotidiana, los oficios tradicionales y el trabajo manual que han marcado la historia del barrio.

Cada elemento que aparece en su espalda funciona como un fragmento de relato: el baile, la costura, la cerámica, el campo, el esfuerzo… Todo en un tono onírico y simbólico que conecta lo personal con lo colectivo, lo corporal con lo cultural. Es un homenaje a las personas que han habitado y siguen habitando este entorno, a su esfuerzo, su creatividad y su arraigo.

La Bailarina no es solo una figura estática, sino una presencia que completa la escena e invita a imaginar ese baile compartido entre dos tiempos, dos cuerpos, dos memorias.

The Ballerina

Valladolid, 2020

This mural was conceived as a piece of dialogue, memory, and neighborhood identity. Located in the San Pedro Regalado district of Valladolid, «The Ballerina» responds directly to its urban context — especially to the nearby sculpture of the renowned dancer Vicente Escudero.

From the beginning, the idea was to create a dance partner for the dancer. Through the figure of the ballerina, seen from behind and bearing a symbolic composition across her back, the mural weaves a visual narrative celebrating traditional life, manual labor, and the crafts and trades that define the neighborhood’s history.

Each element on her back tells part of a story: dance, sewing, ceramics, agriculture, effort… All conveyed in a symbolic and dreamlike tone that connects the personal with the collective, the physical with the cultural. It’s a tribute to those who have shaped this community through their work, creativity, and deep-rooted presence.

The Ballerina is not a static figure — she becomes a presence that completes the scene, inviting us to imagine a dance shared between two times, two bodies, and two memories.